In ictu oculi
Esta obra de Valdés Leal tiene un valor iconográfico impresionante, ya que puede que sea una de las representaciones más duras de la muerte y del valor de las glorias terrenales o mundanas ante ella.
Esta obra, junto a Finis gloriae mundi (también de Valdés Leal) dan sentido a la sucesión de obras de Murillo que se encuentran en la iglesia del Hospital de la Caridad. El conjunto de imágenes trata sobre la fugacidad de la vida y el triunfo imbatible de la muerte.
A primera vista el cuadro deslumbra por la oscuridad y el contraste. El ambiente lúgubre hace sentir que la composición trata sobre la muerte.
Cuando fijamos la vista, observamos la muerte llevando un ataúd y su característica guadaña mientras pisa el mundo, representando la universalidad de la muerte, nadie se escapa de ella. También vemos como con la otra mano apaga una vela en la que se lee el título del cuadro, “en un abrir y cerrar de ojos”. Nos hace ver que la vida es como apagar una vela, algo fugaz. En la parte de abajo aparecen una serie de objetos, representando la vanidad de los placeres mundanos. Ni el poder eclesiástico (mitra papal), ni el poder de mando (corona), ni el poder adquisitivo (joyas) te va a librar de perecer, al final esto no sirve para nada, la muerte seguirá su trabajo. También vemos tres libros que representan las artes, las ciencias y las letras, algo que sin duda se llevará la muerte. Además uno de los libros está abierto y se vé en él un arco triunfal, que junto con la espada (que se encuentra a la derecha) representa la gloria de las guerras, logros que acabarán desvaneciéndose con la llegada de la muerte.
Para Miguel de Mañara, claramente, nada de lo representado tiene valor ante la muerte. Conociendo sobre su historia, lo que verdaderamente tiene valor es la caridad, entregarse a los demás.
¿Qué es aquello que tiene valor en tu vida? ¿Estamos cegados por la materialidad? ¿Y por el egoísmo?
Finis gloriae mundi
Se trata de una obra de Valdés Leal, encargada por Miguel de Mañara. Esta obra se complementa con In ictu oculi y también con las demás obras de la iglesia del Hospital de la Caridad. Esta composición representa la hora del juicio final, donde se juzgan los pecados y las virtudes.
Este cuadro sigue la misma estética que In ictu oculi. Una atmósfera de penumbra y un estilo algo estridente te hacen sentir la muerte y conversar con ella.
Destacan dos cuerpos descomponiéndose y rodeados de insectos, esperando ser juzgados. Uno de ellos (el de la izquierda), se trata de un obispo con sus vestimentas litúrgicas, que representa la Iglesia y el otro cuerpo es un caballero de la Orden de Calatrava (orden que desde muy temprana edad tuvo presente ya que su padre había pertenecido desde los ocho años) representando la nobleza. Detrás de estos dos cadáveres se encuentran una gran cantidad de esqueletos, haciendo referencia al pueblo. También se observa una lechuza, el animal de las tinieblas.
En la parte superior del cuadro, vemos rodeada de un halo dorado una mano con una herida muy característica, por los que sabemos que es la mano divina, la de Jesús. Esta sostiene una balanza que se divide en dos partes: la de los pecados y la de las virtudes. El plato izquierdo de la balanza es una alegoría a los pecados capitales, mientras que el derecho es una alegoría a las virtudes. Debajo de la balanza se encuentra una frase muy importante “Ni más ni menos”, es decir en su justa medida. La báscula aparece nivelada, indicando justicia hacia el humano.
A todos nos llegará el momento del juicio, ¿y tu balanza? ¿A qué lado se inclinará?